Me van a perdonar que aborde un tema tan desagradable, pero es
que a diario me revuelve el estómago y me sacude las neuronas. Quizá, por
habitual, lo pasemos desapercibido, pero basta con fijarse un poco cuando uno
pasea para darse cuenta de que tenemos un verdadero problema. Me refiero a la
cantidad de excrementos de perro que inundan nuestras calles. Una falta de
civismo que no sólo atenta contra la salubridad sino que crea una imagen
nefasta.
En los últimos tiempos
existe una mayor concienciación a la hora de ir provistos de una bolsa, cuando
se pasea a las mascotas, para recoger sus deposiciones. Son muchas las personas
que lo hacen, pero por desgracia también son bastantes las que no. Los
operarios de limpieza retiran a diario todo lo que se encuentran a su paso. Lo
malo es que hay espacios donde no llegan -como solares, arriates o
zonas verdes- que se están convirtiendo en auténticos cagaderos de canes. Y la
situación asquea cuando esos lugares son frecuentados por vecinos, muchos de
ellos con niños.
Foto: palabraspormadrid.blogspot.com |
Por ser la ciudad en la
que resido, voy a poner como ejemplo Algeciras. Barriadas como la de San
Bernabé llevan tiempo quejándose de esta situación. Los vecinos, incluso, llegaron
a marcar cada caca de perro hallada en los jardines públicos para visualizar la
magnitud del problema, cuyo origen está en la falta de educación. Y cuando uno
carece de ella es difícil revertirlo. Se imaginan que algunos vecinos hicieran
sus necesidades en plena calle. Inimaginable, ¿no? Pues a efectos prácticos es
lo mismo que lo haga un perro, de ahí la importancia de que esos restos
desaparezcan al instante.
Erradicar este problema
se me antoja complicado ya que, como he dicho, depende del civismo colectivo.
El Ayuntamiento hace tiempo que emprendió una campaña de concienciación.
También construyó un parque canino. Medidas acertadas pero insuficientes. Y no
creo que la solución esté en construir más infraestructuras de este tipo, ya
que estoy convencido de que los que usan los pipican son los mismos que se preocupan de recoger las heces de sus
animales.
Dándole vueltas se me
ocurre que lo único de más que se puede hacer es endurecer las ordenanzas
municipales y poner sanciones ejemplarizantes a los que sean pillados
incumpliéndolas. Probablemente serían sólo unos pocos, ya que no podemos
pretender tener a un policía local en cada esquina vigilando a los perros y sus
dueños, pero su efecto podría ser bastante disuasorio. Otra cosa es que el
Consistorio esté por la labor y vea prioritario destinar medios para ello.
Supongo que a corto
plazo todo seguirá igual y, en el futuro, sólo cambiará si incidimos en la
educación y concienciación. Enseñar en las casas y en las escuelas que las
cacas de las mascotas hay que recogerlas y que sólo así tendremos entornos limpios
e higiénicos. Que está en nuestras manos acabar con estas ciudades de mierda.
Que no es más pulcro el que más limpia sino el que menos ensucia, por lo que
todos nos tenemos que esforzar en mantener decentes nuestras calles, parques y
playas. Algeciras se deja cada año una pasta en limpieza, alrededor de 14
millones, pero luego no luce. Y no porque no se limpie, sino porque algunos
somos muy guarros.
Totalmente de acuerdo contigo, por no hablar además de que todas las esquinas están negras del pipi de los animales, que cuando éstos se quedan solos empiezan a ladrar, etc. Educación y respeto hacia los demás.
ResponderEliminarFrente al colegio Tinoco II hay zonas ajardinadas y están llenas de cacas de perros. Cuando sale mi hijo siempre quiere entrar y tengo que ir esquivándolas para que no llegue perdidito de mierda. Y nadie las limpia
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