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Mostrando entradas de diciembre, 2018

El año que me hice viejo

Se nos va 2018. Un año que me costará olvidar. Estresante donde los haya. Un año en el que he vuelto la mirada atrás. Un año que no echaré de menos, pero que siempre estará ahí. El año pasado llegué a la cuarentena y me dije a mí mismo que lo de la crisis de los 40 no iba conmigo. Qué equivocado estaba. En mi caso, la única diferencia es que me ha sacudido con un año de retraso. A los 41. Supongo que me di cuenta el día que fui a la peluquería y le dije a la peluquera que me pasara la maquinilla. Que a diferencia de los pelados anteriores, no hacía falta que recurriera a su magia para disimularme la calva. Que ya estaba bien de hacer el ridículo ocultando las entradas con los mechones largos de otras zonas de la cabeza, que luego el viento se empeñaba en destapar. Que ya era hora de llevar la calvicie con dignidad. Que Turquía podía esperar. Laboralmente, en cuanto a objetivos, 2018 ha sido un año magnífico. Pero demasiado cansino. Ya empezó con la confirmación de una amenaza