Ya llevo dos años y medio sin fumar. Transcurrido este tiempo me atrevo a decir que tengo superada la adicción al tabaco. Se supone que ahora estoy más sano, pero de lo que no tengo dudas es que estoy más gordo. Por ello, para este 2018 que entra, como todo buen español que se precie, me pongo como reto hacer dieta y deporte para intentar lucir tipazo este verano en la playa. Por si a alguien le puede ayudar, os voy a relatar cómo fue mi divorcio con la nicotina. Lo primero que os tengo que decir es que no es fácil dejar de fumar, aunque sepáis cómo por muchos ejemplares que haya vendido de su famoso libro Allen Carr. Hay que sufrir.
El principal consejo que os puedo dar es que tenéis que estar totalmente convencidos de que queréis dejarlo. De lo contrario, fracasaréis. Yo lo intenté bastantes veces antes, pero me autoengañaba. La diferencia con junio de 2015 es que sí estaba dispuesto a pasarlo mal para acabar con el vicio del cigarrillo. Dos circunstancias me llevaron a ello. La primera, un susto en un chequeo médico. Nada grave pero que ya me daba muestras de que iba a empezar a tener problemas de salud si no lo dejaba. Y la segunda, mi hijo Felipe. Empezó a hacer cigarrillos de juguete con papel y a imitarme fumando. Me hizo sentirme como una mierda. Así que un día lo cogí y le di mi primer gran discurso de padre sobre el peligro del tabaco. Tiré delante suya a la basura mi último paquete de Chesterfield y le prometí que nunca más me volvería a ver con un cigarrillo en la boca. Como comprenderéis, después de la escena, ya no me quedaba otra.
Lo que sí me sirvió del libro de Allen Carr es su consejo de que se rompa al 100% con la nicotina, algo que no hice cuando seguí su método en mi penúltima tentativa para dejarlo. Es decir, nada de vapeadores, parches o chicles de nicotina. Hay que dejar el hábito y expulsar las toxinas del cuerpo.
Lo que peor se lleva es la ansiedad. Como casi todos, yo intenté contenerla ese verano comiendo y bebiendo en exceso. Gané varios kilos y todavía ando luchando contra ellos. Empecé entonces una nueva batalla contra mis otros vicios (dulces, tapas y cerveza) que es la que me ha tenido entretenido y me ha ayudado a olvidarme del tabaco. Y en ésas sigo. Acumulando calorías en estas Navidades a base de polvorones, cañas y canapés en estos últimos días de pecado previos a mi ayuno de bienvenida para 2018.
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