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Que vuelvan los ingleses

A finales del siglo XX, cuando empecé la carrera universitaria, me tenía que desplazar constantemente a Madrid. Entonces, los campogibraltareños, disponíamos de tres enlaces ferroviarios diarios con la capital. El más sacrificado, y barato, era el tren nocturno Estrella del Estrecho. Por entonces, uno era un jovenzuelo y aguantaba lo que le echaran. Cómo olvidar esos vagones para seis personas donde uno tenía que buscar hueco entre la maraña de piernas para poder estirarse y echar una cabezada. También podías viajar en los coches litera y, si te rascabas el bolsillo, tenías la opción del coche cama en plan vip. 

Los otros dos enlaces eran los trenes Talgo Algeciras-Madrid. Uno salía a las 8 de la mañana y llegaba a Atocha a las dos de la tarde y, el segundo, salía a las tres de la tarde con final de trayecto a las nueve de la noche. Y el mismo horario, a la inversa, en los enlaces Madrid-Algeciras. Unas conexiones funcionales y cómodas que, inexplicablemente, hemos perdido. Casi tres décadas después, en pleno siglo XXI, cuando se supone que toda sociedad debe progresar, el Campo de Gibraltar ha retrocedido al Paleolítico. 

Cuando empecé a hacer prácticas en los periódicos de la comarca, en ésos de papel que ya apenas se ven por la calle, a los políticos de turno se les llenaba la boca prometiendo la llegada del AVE y la mejora de la línea ferroviaria Algeciras-Bobadilla. Décadas después, no sólo seguimos prácticamente igual en cuanto a infraestructuras sino que ya sólo queda un enlace diario con Madrid, el tren Intercity, que tarda lo mismo que cuando era universitario y que falla más que una escopeta de caña. Es decir, la chatarra para los campogibraltareños. Ni siquiera el proyecto del Corredor Mediterráneo, y el empuje del Puerto y las grandes industrias, ha conseguido que se invierta en la línea Algeciras-Bobadilla. Y ello pese a ser una prioridad a nivel europeo y que debería estar ya acabado. Lo único que hemos visto es a los gobiernos de turno del PP y PSOE, y a sus ilustres diputados, echarse mierda unos a otros mientras ninguno hacía nada. Sólo hablar y prometer. Y engañarnos, como llevan haciendo desde el siglo pasado. 

Foto: 8DIRECTO

Y con este panorama, uno echa la vista atrás y piensa que la única solución es que vuelvan los ingleses y que sean ellos los que modernicen la línea férrea que construyeron a finales del siglo XIX. Que vengan los descendientes de Alexander Henderson y nos vuelvan a sacar del subdesarrollo. Igual se podría incluir esta infraestructura en la negociación con Reino Unido sobre Gibraltar a raíz del Brexit. Que ellos nos financien el tren y, a cambio, que pidan lo que quieran. Al fin y al cabo estamos de rebajas con amnistías y quitas de deuda para los independentistas catalanes y, de ellos, no vamos a recibir nada a cambio. 

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