Ir al contenido principal

La foto de Aylan

Hay fotos que mueven el mundo. Que cambian la historia. Hoy los periódicos han publicado una de ellas: la de un niño sirio de tres años ahogado en la orilla de una playa de Turquía. Llevamos semanas conviviendo con el drama de los refugiados casi sin inmutarnos. Viendo las noticias de las embarcaciones surcando el Mediterráneo al tiempo que apuramos nuestro tinto de verano. Pero hoy la imagen del pequeño Aylan Kurdi yaciendo muerto en la arena, en una pose tétrica como si durmiera acunado por las olas, nos ha estallado en la cara. La tragedia de los refugiados nos deja imágenes tan duras como ésta a diario. Pero hoy, como otras tantas veces, los astros se han alineado para que todos nos fijemos y hablemos del cruel destino de Aylan. Para que nos avergoncemos de la patética respuesta que estamos dando desde Europa a esta crisis y para que nos incomode, al menos por un rato, el egoísmo que impera en nuestras vidas. 
 
 
El pequeño Aylan ha hecho que retome este blog tras meses sin escribir en él. No pienso dar lecciones de moralidad ni arreglar el mundo. Sólo decir que me parece increíble que la Unión Europea, y la comunidad internacional en su conjunto, no sean capaces de organizarse para dar un trato digno a estas personas. Como tampoco me explico cómo no se ha actuado ya contra el Estado Islámico, tanto en Siria como en Irak, para erradicar el problema en su origen. El Estado Islámico, junto a la pobreza, es la causa de que miles de personas estén arriesgando sus vidas huyendo de las atrocidades que están cometiendo. A qué esperamos. Cuántas más personas tienen que morir degolladas en directo. Cuántos más atentados debemos padecer en Europa para actuar. Cuántos más cadáveres debemos recoger de nuestras costas.
 
La foto de Aylan también ha suscitado un profundo debate en la prensa internacional sobre la conveniencia o no de reproducir la imagen. Para mí es un acierto publicarla y creo que debía ir en primera página como han hecho algunos diarios. Fotos reflejando el sufrimiento de los niños han cambiado la historia de los conflictos. Recuerden a la niña vietnamita corriendo desnuda abrasada por el napalm. Conmocionó a la sociedad y cambió la guerra. Sólo nos queda el consuelo de pensar que la muerte de Aylan también puede cambiar algo. Y para contribuir a este debate, me quedo con la reflexión de Mario Calabresi, director del diario italiano La Stampa, que no puede reflejar mejor lo que en estos momentos pienso y siento: "¿Se puede publicar la foto de un niño muerto en la primera página de un diario? ¿De un niño que parece dormir como si fuera uno de nuestros hijos o nietos? Hasta ahora mi respuesta ha sido que "no"; pero ahora, por primera vez, he pensado que esconder esta imagen significaba mirar hacia otro lado, disimular como si nunca hubiese ocurrido, y tomarnos el pelo para garantizarnos otro día de tranquila ignorancia".

Comentarios

  1. Ay amigo! Décadas asistiendo de madrugada, de mañana, con poniente y con levante al drama de la inmigración clandestina. En el fondo del Estrecho ilusiones y anhelos. En la orilla de la playa rosarios negros de cadáveres. Star, es una imagen de un blanco y diminuto féretro portado por una madre deshecha. Una pequeña de pocos meses de edad que dejó su vida en ese Estrecho tan ancho que separa la miseria de la opulencia. La imagen de Star, me persigue como la de Aylan. Y cuando escucho esos mensajes xenófobos o lo que es peor, la diferencia de cuantos juegan a los dados mientras el hambre lancea el costado de los parias del mundo, me asaltan aquellos versos de Pablo Neruda musicados por Extremoduro y.... Sí, "sucede que me canso de ser hombre".

    ResponderEliminar
  2. Amigo Shus. Qué alegría verte por aquí el día que decido retomar el blog. Es imposible quedar indiferente ante este drama que bien conocemos, y tú mejor que nadie, los que vivimos en el Estrecho

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Soy fuertecito

"No estoy gordo. Soy fuertecito". Esta célebre frase de Eric Cartman, uno de los personajes de la serie South Park, la hago mía en este arranque de 2018 en el que me he puesto a dieta tal y como prometí. Ya ayer domingo empecé con la adaptación tras los excesos navideños a base de piña, ensalada y un sándwich mixto. Y hoy, para calibrar el reto que me espera, me he ido a la primera farmacia que he visto y me he subido a la báscula. Y para sorpresa mía me he llevado la primera alegría del año ya que, según la medición que me ha soltado el aparato, no tengo sobrepeso sino que estoy "normal" (qué peligro tiene este término). Mi peso es de 78,050 kilogramos y mido 1,75 metros, lo que arroja un 25 de Índice de Masa Corporal (IMC), dentro de la escala considerada "normal" según esta báscula. Al límite del sobrepeso pero "normal"; es decir, que no estoy gordo sino "fuertecito" como Cartman. Malas lenguas las de mis amigos y familiares qu...

'The Wire'

Hace unos ocho años descubrí la serie televisiva 'The Wire' ('Bajo Escucha'). Vi la primera temporada y quedé fascinado con el enfoque realista del mundo del narcotráfico contado tanto desde el lado de la Policía como el de las mafias. Ambientada en Baltimore (Estados Unidos), la serie te sumerge en barrios marginales dominados por el negocio de las drogas, en la falta de medios de los agentes para combatirlo, en los tejemanejes de los políticos corruptos y en los laberintos del sistema judicial.   Un día me topé en una tienda con la serie completa en DVD y la compré pensando que no había mejor regalo para mi mujer, que también se había enganchado a 'The Wire'. Pero al poco nació nuestro hijo y la caja inmaculada con las cinco temporadas se quedó olvidada en uno de los estantes del despacho. Y allí se quedó hasta que hace unas semanas, harto de hacer zapping sin nada que ver en la televisión, me decidí a desembalar 'The Wire' para acabar esa histo...

Ya sólo te lo crees tú

Sus palabras me revolvieron el estómago. "Ya sólo te crees tú que se vaya a derribar el parking Escalinata", me espetó el entonces mi jefe en el periódico en el que trabajaba. Tras años empapándome de sentencias judiciales y escudriñando papeles municipales, por primera vez un funcionario del Ayuntamiento de Algeciras citaba en un documento oficial la demolición del aparcamiento como la única salida a la polémica urbanística. Una auténtica bomba periodística. Pero no para mi director, más preocupado en no arriesgar el dinero público que venía del Consistorio. Corría el año 2013 y supongo que ese fue el día en el que tiré la toalla, sintiéndome como en la fábula del tigre cuando el burro intenta convencerle de que la hierba es azul y no verde.             Cuando empecé a escribir del aparcamiento Escalinata en el periódico ya hacía unos años, en 2004, que había sido declarado ilegal por el TSJA. Desde el principio me pareció un filón periodístico, ya que de ...